Entre turrones y polvorones

Antes de nada, disculpen la tardanza. No he estado divagando en la nada, he estado en plena batalla entre el hoy y el mañana, entre la calle y la cama, entre el alcohol y la rama. Y después de muchas vueltas como una dulce nana, llegaron a mi recuerdos de risas desenfadadas y de mil y una tarde contando hazañas...

Pasaron las Navidades y con ella se fue el 2011. Tenía ganas de despedirlo, no sabéis cuanta. Hacía tiempo que sentía que con el fin de este año llegaría mi renacer de entre tantos años perdido en el fango. Ha sido un año de introspección y analizar hasta el último poro de mi piel que escupía sudor o sangre, según el caso y preguntarle violentamente que coño estaba haciendo. Eso duele. Vuelves a abrirte heridas, y la vida como una buena abuela que cuida a su nieto, más preocupada de curar que de aliviar, te escupe un chorro de alcohol en la herida y luego arroja un puñado de sal, para que recuerdes que vivir marca como una cicatriz  y sudar desinfecta.

Eso debíó entender mi alma. Recobré viejos hábitos y quise enterrar malas costumbres.

En un intento mental desmedido por encontrar aquellos actos que me llevaron a perder tropecé con aquellos actos que me llevaron a ganar. Nunca fue posible corregir el pasado pero siempre es posible reconducir el presente, y eso fue lo que entendí otro buen día: La vida se rige en términos de presente. Nada importa el ayer porque está pasado y el futuro aun está por llegar. Solo importa el ahora. Estás o no estás. Luchas o te dejas vencer.Y lo más importante, pierdas o ganes solo es responsabilidad tuya, aunque nos duela.

A todo estas conclusiones llegue en el proceso de recuperar lo primero que olvidé: Los libros. Siempre estuvieron ahí desde mis primeros años pero los abandoné, sin ningun motivo, solo por la dejadez del que por temerario cree que ya no los necesita. Un libro siempre se necesita. Produce una fisura en tu globo mental que te atrae a barajar nuevas perspectivas, y acabas reventando el globo.Consigues encontrar algo grato para recordar, un aprendizaje.

En los cuatro último meses de este año, recobré otro viejo habito: El deporte. Resultados varios, sube mi autoestima, mis ganas de luchar y conseguir mis metas, y lo más importante: Me despeja la mente. Estas eran dos asignaturas abandonadas que vuelvo a cursar.

Entre turrones y polvorones he vuelto a agradecer el aire limpio de la mañana.Entre la brisa marinera de mi pueblo vuelve a aparecer esa llama imperecedera.

Hoy empiezo de nuevo: Sacrificio 1 : Dejar el tabaco ( 40 días)

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