Después de la tormenta...

Sacio la tormenta...Acabó con todo entre la lluvia de mis lágrimas y el desfile de los recuerdos. Caí en el desierto de mis miedos y me quedé inmóvil. Solo conmigo mismo, yo y mis principios. Y yo primero, así deberá ser. 

Perdí lo importante y me alejé de gente que merecían más atención. Me dolía, tanto o más como el paso de los días. Fue bonito aprender a conocerme. 

Antes de que la tormenta amainara pasé los días entre el humo de cigarro y mirando por la ventana. No entendí que es un proceso pero lo viví. Lo jodido es no vivirlo y que te vuelvan a joder. No aprender nada de la equivocación. Quedarse en el mismo punto. Quieto con algo que se le parezca. Eso es lo jodio.

Desde chicos nos deberían de enseñar a entendernos. A conocer al miedo y mirarle a los ojos. A no tirar tu vida por el retrete cuando pierdes el corazón y olvidas tu cabeza en la última esquina de un bar junto a un vaso de cerveza. 

Llegaste tú y amainó la tormenta, poco a poco. Notaba el aire fresco. Perdí la cuenta de las veces que bebí para olvidar, que fumé para recordar y acabar olvidando por desgaste.  

Con el final de la tormenta vino la paz y el desastre. Mis miedos encontrados. Mis ruinas. Todo el tiempo perdido como una factura a pagar. Mismos vicios. Misma ansiedad.

Terminó la tormenta...Tú me trajiste la paz. Déjame que yo recoja este desastre.