Sindrome de Abstinencia [ IV ] Honestidad

He estado estos cuatro últimos días perdido y confuso, sin ganas de nada. He fumado muchísimo tabaco, he vuelto a fumar mucho cannabis, y he vuelto a decíroslo. Anteayer terminé el libro que me ocupaba y escribí "Mi camino" texto que esta noche os dejaré por aquí pues lo escribí en un cuaderno a la forma tradicional, bolígrafo y papel. Pensé en callarme, en dejar que el tiempo corriera, completar esos 40 días de sacrificio a pesar de saber que no había sido así, que estaría mintiéndoos, que estaría mintiéndome, pero nunca me gusto mentí, siempre preferí el dolor del golpe de la verdad, que la dulzura de una mentira. 

Debo de emplear todas mis fuerzas y todo mi tiempo en los sacrificios y retos, debo de luchar y dignificarme. Tengo que levantarme. Empezaré de nuevo el reto de dejar de fumar, esta vez, tabaco y cannabis, afrontaré los dos, se que lo voy a pasar muy mal, pero forma parte del camino si quiero llegar al final. Mis disculpas a todos.

Cuatro días a la deriva dejándolo todo para un mañana mejor e intentando destruir los errores del pasado, fatigado y sin fuerzas para enderezar el rumbo, decido dejar que la corriente arrastre el barco y a mi con él. He perdido todo lo poco que había conseguido, así que, que más da que me pierda yo también.

Me vi en la orilla con arena mojada en todas las comisuras de mi cuerpo, sin nada que entender, con todo por resolver. El paseo marítimo quedaba lejos, y las dunas no se antojaban fáciles de atravesar. Vuelvo a tumbarme en el suelo de esa maravillosa playa en medio de la soledad de Diciembre, agradecido a no se qué, a no se quién, pero agradecido al fin y al cabo, estaba vivo y eso podría no ser así.

Pienso en los casi veinte días de búsqueda que llevaba, lo había empezado a conseguir pero lo había arrojado todo por la borda. Escupo, la saliba sabe a sangre y a agua salada. No tengo más fuerza, pienso. Todo esto del blog, de dar explicaciones, de sentirme comprometido, me asusta, es como si publicarán el verdadero desastre que anida en mi vida  mis continuos desastres en la portada de todos los diarios nacionales, es como si me asustara perder, es mi miedo a perder lo que me impulsa a querer perderme y volver a esa puta espiral, que al menos me mantiene distraido.

Ya empiezo a sudar, el sol da en mi cara con la fuerza del nuevo día y empiezo a desear que no debería  haber tenido más oportunidades, empiezo a querer haberme ahogado en el instante en que deje que todo siguiera los cánones de la corriente. Me arrepiento de estar vivo, hubiera preferido que todo se hubiera ido al traste, al fondo del mar, y no ver como pierdo lo poco que consigo y ahora ponerme de cero. Todo es difícil. Es mi propia contradicción.

Abro los ojos. Allí está, el viejo barco, cansado de navegar tanto y en círculo buscando ser pasto de hogueras o renacer de entre el musgo de sus maderas. Todo se complica. Decidir terminar para siempre, o darle (darme) otra oportunidad. 

Me levanto de la arena, empiezo limpiando sus 5 metros de eslora acompañado de papel de lijar. Voy frotando y limpiando, frotando y limpiando...Acto seguido le doy una suave capa de pintura blanca que enriquezca la madera, y después de esperar que se secara, le vuelvo ha aplicar dos capas por encima, gruesa y densa, que vuelva a pasar lo que en este tiempo, que el oleaje no lo vuelvan a empobrecer. Por último, con una pequeña brocha le aplico una suave y delgada linea azul, en honor al misterio que nos envuelve, al cielo y al mar.

Me siento y pienso en volver a casa. Al fin y al cabo hacía mucho que no me lanzaba a navegar, hacía mucho que no intentaba encontrarme. Vuelvo a montarme, vuelvo a navegar.