Volver a Casa


Y ahora frío, tengo que ducharme y comprarme ese ansiado billete de bus que me lleve a casa. Vuelta a los orígenes donde siempre esta esa llama cuando hace frío.
Me acerco a la ventanilla. Esta maldita y larga cola no me facilita las cosas. El bus está a punto de salir y yo estoy contra las cuerdas, y me estoy haciendo daño, como el que ansía escapar y tiene remordimiento de no haber sabido hacerlo mejor.
Por fin mi turno. Pido el billete: 18, 50e. Busco en la cartera ccomo una serpiente entra en una madriguera; por probar suerte. Saco un billete de 10 y otro de 5, y alguna que otra calderilla, restos de la maquina de tabaco, las sobras de lo que cuesta querer apagar tantan ansiedad; 1,75e, muy poco resto para tan grande suma.
Entonces me acuerdo de hace dos días cuando me compré ese bocata innecesario por no tener ganas de hacerme de comer (1,90). Me acuerdo de él y de ella, de mi madre y su consejo, no vale de nada mirar atrás, y de mi padre y su todos tenemos responsabilidades, y entre tanto buen consejo estoy yo, sin dinero suficiente para coger ese bus que me lleve de vuelta y con la dignidad suficiente del que aún le queda orgullo para reconocer que se ha vuelto a equivocar. Con la serenidad del que lo volverá a intentar y el temor del que volvió a fallar. Pero a pesar de todo, soy yo y se dónde perdí la cabeza, también recuerdo como partieron el corazón y a que sabían las lágrimas, ahora solo falta aprender a olvidar y desaprender lo que nunca me quise saber.
Entre tanto, la fuerza de una promesa: Volverlo a intentar de nuevo, habiendo aprendido del pasado y luchando por el presente, y haciendo mía esa frase…esa paradójica frase de que en ciertas ocasiones vale la pena perder.

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